La medicina tradicional china (MTC) tiene un bagaje de más de 3000 años (su primer tratado médico llamado Huángdì Nèijīng (黄帝内经) es atribuido al Emperador Amarillo (2697-2597 a.C.). El pilar de esta práctica deriva de dos corrientes del pensamiento chino: el taoísmo y el confucianismo.

Según esta teoría, la salud necesita ser cultivada mediante diversos métodos terapéuticos que ayuden a prevenir enfermedades o recuperar la salud, tales como la dietética, la herbolaria o la fitoterapia, la acupuntura, el masaje, la moxibustión, la respiración, la meditación, la visualización y el ejercicio físico.

La MTC se interpreta a través de la ley de los cinco elementos (madera (木, mù), fuego (火, huǒ), tierra (土, tǔ), metal (金, jīn) y agua (水, shǔi)) que también podemos observar en la naturaleza y explica de forma muy gráfica nuestra existencia. También se incluye la ley de Zang Fu que se centra en analizar, estudiar y clasificar las funciones fisiológicas de nuestros órganos y vísceras. En tercer lugar, la teoría de Yin -Yang, basada en que los opuestos se compenetran y atraen a la vez para dar dinamismo y sentido a la vida: El día y la noche, la mujer y el hombre, el frío y el calor, tierra y cielo, alegría y tristeza...

El concepto de Qî, más complejo de explicar, es la energía vital que nos permite la vida. Cuando en origen lo analizamos lo podemos comparar con la genética, con nuestro ADN y a ese Qî le llamamos Jing Esencial porque aparece en el mismo momento de nuestra concepción. El Jing Esencial, con el transcurso de los años, se va agotando y se va compensando, apoyado por un segundo tipo de energía, el Jing Adquirido, que lo obtenemos de la transformación de los alimentos en nutrientes esenciales que van a llegar a las células de nuestro cuerpo para su buen funcionamiento.

Este Qî junto con la sangre y los líquidos orgánicos, viaja a través de los meridianos o canales energéticos que son las autopistas o carreteras que llegan hasta el último rincón de nuestro cuerpo.